martes, 3 de abril de 2018

El Camino del Apego al Desapego


Las personas tenemos la tendencia a apegarnos a los objetos, a las personas, a las emociones, a casi todo, sin darnos cuenta.
El apego es un estado emocional de dependencia, es una actitud que sobrevalora la cualidad de un objeto, persona, ...
El apego a una persona, a una situación o a una cosa puede llevarnos a pensar que es imprescindible en nuestra vida y no hay nada imprescindible más que mi propia existencia, esa trampa tarde o temprano nos hará sufrir y ser dependientes. Si dependemos de algo o alguien, dejamos de ser libres, de ser felices, ya que la felicidad no esta ahí.
El apego es necesario para crecer, para sentirnos seguras y seguros, para nutrirnos emocionalmente, su función es que seamos personas autónomas e independientes.
El apego debe dar paso al desapego tarde o temprano.
El poder del desapego no es dejar de querer a las personas y a las cosas, sino más bien dejar de aferrarnos.
Saber adaptarse a los cambios es esencial, porque es la forma natural de la vida. El apego no nos ayuda a avanzar, aceptemos los cambios de la vida, en nuestras vidas.
El primer paso es aceptar que queremos desapegarnos. 
Aceptar no es resignarnos, resignarnos implica “que esto es lo que hay” y eso no nos ayuda, ya que sufrimos. Cuando aceptamos nos responsabilizamos y estamos dando el primer paso para cambiar. Tenemos el poder de elegir, ese es nuestro poder.


Desapego hacia las personas.
Todas y todos sentimos apego hacia familiares, amigas, amigos, compañeras, compañeros, vecinas, vecinos, colegas, …
Nos tomamos el amor incondicional en demasía y lo transformamos en necesidad y esta se transforma en apego, creemos que estando con esas personas somos felices, sin duda esto es cierto en cierta medida, ya que cuando ocurre esto, estamos dando nuestro poder personal a esas personas, y perdemos la capacidad de decidir, porque estamos ligadas a esas personas, y nuestro rango de elección está limitado. Esto no es fácil, ni de ver, ni de admitir.
Desapego significa saber amar, apreciar e involúcranos desde un punto de vista más equilibrado, más sano.
Es liberarnos emocionalmente, es darnos la opción de vivir con más honestidad “nuestras necesidades”, para crecer, y avanzar sin dañar a nadie y sin que nadie nos dañe. Sin que nadie nos ponga un cerco camuflado con las cadenas del amor pasional, filial, maternal, paternal, ni tan siquiera nosotras, ni nosotros mismos.
Liberémonos de aquello que nos pone cadenas, nos amarra, que nos corta las alas. 
Para liberarnos tenemos que aprender ser más observadores y menos jueces.
Una manera de cultivar el desapego sobre las personas es analizar como esta nuestra autoestima.


Desapego sobre objetos/cosas materiales.
Preguntémonos ¿Por qué acumulamos cosas?
Por miedo a:
A dejar de querer
A que esas personas que queremos con ese amor incondicional nos dejen de querer
A olvidar quien me regalo tal o cual cosa
A olvidar de quien era y/o a quien pertenecía
A no recordar aquello momentos maravillosos que vivir, aquel lugar,
A no recordar ese viaje, esa experiencia, esa cara, …
A no saber afrontar el futuro sin esas personas, esas cosas, …
Si nos deshacemos de esos objetos o bienes materiales me olvidare, me olvidaran
¿Qué nos pasará cuando ese objeto se rompa, lo perdamos, nos lo roben, se extravíe?
¿Y cuando nos muramos? ¿A quien dejaremos esa carga emocional? ¿Con que cargamos y quien nos dejo esas cargas emocionales?
Estos objetos ocupan un espacio en nuestra casa, en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestras vidas.
Empecemos poco a poco a desapegarnos de las cosas y objetos que hemos ido acumulando a lo largo del tiempo.
Comencemos por las cosas más banales hasta llegar a las cosas que más importancia tengan.
Podemos hacer diferentes grupos por ejemplo libros, ropa, complementos, juguetes, papeles, revistas, … sino también se puede hacer por habitaciones, trastero, garaje, oficina.
Equilibremos lo que tenemos, con lo que damos, con lo que somos.


Desapego de la emoción.
Nos aferramos a las emociones incluso sabiendo que nos perjudican, emociones como la rabia, envidia, los celos, el enfado, la frustración, 
Todas estas emociones ocupan un espacio en nuestra mente y nuestro corazón y los vacíos y el silencio nos dan miedo.
Nos aferramos a ideas y creencias, algunas que nos inculcaron y/o heredadas de la era terciaria.
Con toda esta basura emocional nos castigamos, porque no tenemos tiempo para… porque todo el mundo esta en nuestra contra.
¿qué envidiamos? La pareja de tu mejor amiga, los hijos de tu vecina, lo organizada que es tu hermana, …
Aprendamos a no castigarnos ni por estas y por cualquier otra cosa, es más sano intentar buscar soluciones haciendo cambios organizativos, de pensamientos, de ideas, Aceptar y perdonarme y perdonar y por supuesto agradecer.
Practicando el agradecimiento: Al acostarnos todos los días, dar las gracias por tres cosas que tienes, que has vivido, que has disfrutado, … y no las repitas.
Descubrirás la cantidad de cosas que tienes y que la vida te da en cada instante y que nunca valoras porque presuponemos que son nuestras, que las merecemos, que las hemos ganado, que no nos van a faltar nunca y cuando nos faltan echamos pestes.
Sentir agradecimiento por lo que tengo me acerca más a la felicidad que sentir solo anhelo por lo que no tengo, o por lo que he tenido y no he valorado, ni apreciado en esos momentos y ahora lo necesito, lo quiero, lo echó en falta, no puedo vivir sin ello.
Esto es apego emocional al pasado, si nos analizamos nosotras y nosotros no somos lo que tenemos, ni lo que recordamos, ni los sentimientos que mantenemos vivos dentro de nosotras y nosotros, somos todo eso y mucho más, ese más que eres, son todas las personas, todas las experiencias, acontecimientos, y emociones que se han cruzado en tu camino, porque todas ellas han dejado una huella y han hecho que seas como eres.
Todo lo que necesitamos para ser felices esta y va con nosotras y nosotros.


Resumen
Primera ley: Somos las autoras y los autores, las creadoras y los creadores de nuestra existencia. Tómenos conciencia de que somos los responsables de cada paso que damos, así como de las decisiones que tómanos y de sus consecuencias.
No pongamos en el bolsillo de los demás nuestra propia felicidad, no dejemos que nuestro bienestar dependa de corazones ajenos. Cultivemos nuestra propia felicidad.
Segunda ley: Vivamos en el presente ya que es lo único que en realidad tenemos y en esta vida nada es eterno.
Nos cuesta asumir el orden natural, sin esto no podremos seguir el camino.
Nos centramos en el pasado, en aquello que ocurrió, y se convierte en una dura carga para el presente. Es un apego poco sano que nos impide vivir en plenitud.
Tercera ley: Cuando nos hacemos responsables nos hacemos libre y permitiremos que los demás sean libres y responsable. Aprendamos a amar y a recibir amor.
Tu no eres responsable de la vida de los demás, del mismo modo que los demás tampoco pueden impedir, manipular, ni imponer sus principios, normas, ideas, creencias, ni sus cadenas para que te aferres a esas personas, es aquí donde empiezan todos los problemas y sufrimientos.
Hay que aprender ha hacerse amiga de la incertidumbre, ya que en esta vida no hay más seguridad que la de que algún día todas y todos moriremos. Aprendamos de lo improvisto, de lo desconocido, confiemos en el azar.
Cuarta ley: Asumir que las pérdidas forman parte de la vida nos ayudara a afrontarlas con mayor integridad y fortaleza. Aprender a tener una buena autoestima (nuestra capacidad para querernos). Aprender a ser autónomas y autónomos, a no tener miedo al futuro, a la vejez, a la soledad, a la enfermedad, a la muerte, … nos permite romper esas cadenas que quizás nos han impuesto otras personas.

Texto original de: Mª Asun Contreras