Cuando nuestro antepasados primitivos
empezó a usar el lenguaje para comunicarse, también empezó a delimitar, a
concretar, a dar y tener ideas y conceptos, esto fue un gran avance.
El gran avance ahora se ha convertido en
algo cuestionable, nos une o nos separa.
Cada persona tiene sus propias palabras
ya que están son ideas, creencias, conceptos, “manías”…. Inculcados y
adquiridos por su cultura, su política, su religión, época en la que vive,…Y
por ellas ha habido, hay y habrá peleas,
riñas, guerras,… mientas no nos hagamos conscientes te esta trampa.
Todas y cada una de las palabras tiene un
poder, una energía y para cada persona es diferente, porque todas y cada una de
esas palabras han marcado nuestra vida a fuego para bien o para mal.
Nunca hemos meditado porque a algunas palabras
nos desagradan, por ejemplo a las mujeres la palabra poder no gusta, tiene
connotaciones negativas, hay muchas más y cada un@ tiene las suyas.
Hoy en día detrás de todas las palabras
que utilizamos hay creencias, y estas son creencias destructivas o
enriquecedoras y no importa que no las pronunciemos en voz alta ya que tod@s
tenemos un discurso interior.
Nuestro discurso interior si es
destructivo no solo es hacia nuestro interior también será hacia el exterior,
es por esta razón que vivimos en ambientes caótico, con miedo, saltando a la
menor provocación.
Revisem@s nuestro discurso interior,
mejor aún cuestiónate todas las palabras que no te gustan y que te incomodan y
cámbialas por otras que no te desagraden, mira detenidamente que pasa, que
ideas, creencias, conceptos hay en esas palabras, y con la nueva palabra ha
cambiado algo, son sinónimos, si es un sinónimo que es lo que hay en la primera
palabra y no en la otra.
Mi esperanza es que esto nos sirva para
darnos cuenta de que palabras nos activa nuestra ira, nuestro miedo,… y para
que tengamos cuidado también cuando pronunciamos nuestra palabras, ya que sin
ninguna mala intención también podemos herir la sensibilidad de los demás.
Texto
original de: Mª Asun Contreras
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