Las personas tenemos la tendencia
a apegarnos a los objetos, a las personas, a las emociones, a casi todo, sin
darnos cuenta.
El apego es un estado
emocional de dependencia, es una actitud que sobrevalora la cualidad de un
objeto, persona, ...
El apego a una persona, a
una situación o a una cosa puede llevarnos a pensar que es imprescindible en
nuestra vida y no hay nada imprescindible más que mi propia existencia, esa
trampa tarde o temprano nos hará sufrir y ser dependientes. Si dependemos de
algo o alguien, dejamos de ser libres, de ser felices, ya que la felicidad no
esta ahí.
El apego es necesario
para crecer, para sentirnos seguras y seguros, para nutrirnos emocionalmente, su función es
que seamos personas autónomas e independientes.
El apego debe dar paso al
desapego tarde o temprano.
El poder del desapego no es
dejar de querer a las personas y a las cosas, sino más bien dejar de aferrarnos.
Saber adaptarse a los
cambios es esencial, porque es la forma natural de la vida. El apego no nos
ayuda a avanzar, aceptemos los cambios de la vida, en nuestras vidas.
El primer paso es aceptar
que queremos desapegarnos.
Aceptar no es resignarnos, resignarnos implica “que
esto es lo que hay” y eso no nos ayuda, ya que sufrimos. Cuando aceptamos nos
responsabilizamos y estamos dando el primer paso para cambiar. Tenemos el poder
de elegir, ese es nuestro poder.
Desapego hacia las
personas.
Todas y todos sentimos
apego hacia familiares, amigas, amigos, compañeras, compañeros, vecinas,
vecinos, colegas, …
Nos tomamos el amor
incondicional en demasía y lo transformamos en necesidad y esta se transforma
en apego, creemos que estando con esas personas somos felices, sin duda esto es
cierto en cierta medida, ya que cuando ocurre esto, estamos dando nuestro poder
personal a esas personas, y perdemos la capacidad de decidir, porque estamos
ligadas a esas personas, y nuestro rango de elección está limitado. Esto no es fácil,
ni de ver, ni de admitir.
Desapego significa saber
amar, apreciar e involúcranos desde un punto de vista más equilibrado, más
sano.
Es liberarnos
emocionalmente, es darnos la opción de vivir con más honestidad “nuestras necesidades”, para
crecer, y avanzar sin dañar a nadie y sin que nadie nos dañe. Sin que nadie nos
ponga un cerco camuflado con las cadenas del amor pasional, filial, maternal,
paternal, ni tan siquiera nosotras, ni nosotros mismos.
Liberémonos de aquello
que nos pone cadenas, nos amarra, que nos corta las alas.
Para liberarnos
tenemos que aprender ser más observadores y menos jueces.
Una manera de cultivar el
desapego sobre las personas es analizar como esta nuestra autoestima.
Desapego sobre objetos/cosas materiales.
Preguntémonos ¿Por qué acumulamos
cosas?
Por miedo a:
A dejar de querer
A que esas personas que
queremos con ese amor incondicional nos dejen de querer
A olvidar quien me regalo
tal o cual cosa
A olvidar de quien era
y/o a quien pertenecía
A no recordar aquello
momentos maravillosos que vivir, aquel lugar,
A no recordar ese viaje,
esa experiencia, esa cara, …
A no saber afrontar el
futuro sin esas personas, esas cosas, …
Si nos deshacemos de esos
objetos o bienes materiales me olvidare, me olvidaran
¿Qué nos pasará cuando
ese objeto se rompa, lo perdamos, nos lo roben, se extravíe?
¿Y cuando nos muramos? ¿A
quien dejaremos esa carga emocional? ¿Con que cargamos y quien nos dejo esas
cargas emocionales?
Estos objetos ocupan un
espacio en nuestra casa, en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestras
vidas.
Empecemos poco a poco a
desapegarnos de las cosas y objetos que hemos ido acumulando a lo largo del
tiempo.
Comencemos por las cosas
más banales hasta llegar a las cosas que más importancia tengan.
Podemos hacer diferentes
grupos por ejemplo libros, ropa, complementos, juguetes, papeles, revistas, …
sino también se puede hacer por habitaciones, trastero, garaje, oficina.
Equilibremos lo que
tenemos, con lo que damos, con lo que somos.
Desapego de la emoción.
Nos aferramos a las
emociones incluso sabiendo que nos perjudican, emociones como la rabia,
envidia, los celos, el enfado, la frustración,
Todas estas emociones
ocupan un espacio en nuestra mente y nuestro corazón y los vacíos y el silencio
nos dan miedo.
Nos aferramos a ideas y
creencias, algunas que nos inculcaron y/o heredadas de la era terciaria.
Con toda esta basura
emocional nos castigamos, porque no tenemos tiempo para… porque todo el mundo
esta en nuestra contra.
¿qué envidiamos? La pareja
de tu mejor amiga, los hijos de tu vecina, lo organizada que es tu hermana, …
Aprendamos a no
castigarnos ni por estas y por cualquier otra cosa, es más sano intentar buscar
soluciones haciendo cambios organizativos, de pensamientos, de ideas, Aceptar
y perdonarme y perdonar y por supuesto agradecer.
Practicando el agradecimiento: Al acostarnos todos los días, dar las gracias por
tres cosas que tienes, que has vivido, que has disfrutado, … y no las repitas.
Descubrirás la cantidad
de cosas que tienes y que la vida te da en cada instante y que nunca valoras
porque presuponemos que son nuestras, que las merecemos, que las hemos ganado,
que no nos van a faltar nunca
y cuando nos faltan echamos pestes.
Sentir agradecimiento por
lo que tengo me acerca más a la felicidad que sentir solo anhelo por lo que no
tengo, o por lo que he tenido y no he valorado, ni apreciado en esos momentos y
ahora lo necesito, lo quiero, lo echó en falta, no puedo vivir sin ello.
Esto es apego emocional
al pasado, si nos analizamos nosotras y nosotros no somos lo que tenemos, ni lo que recordamos, ni los sentimientos que mantenemos vivos dentro de nosotras y
nosotros, somos todo eso y mucho más, ese más que eres, son todas las personas,
todas las experiencias, acontecimientos, y emociones que se han cruzado en tu
camino, porque todas ellas han dejado una huella y han hecho que seas como
eres.
Todo lo que necesitamos
para ser felices esta y va con nosotras y nosotros.
Resumen
Primera ley: Somos las autoras y los autores, las creadoras y los creadores de nuestra existencia.
Tómenos conciencia de que somos los responsables de cada paso que damos, así
como de las decisiones que tómanos y de sus consecuencias.
No pongamos en el
bolsillo de los demás nuestra propia felicidad, no dejemos que nuestro
bienestar dependa de corazones ajenos. Cultivemos nuestra propia felicidad.
Segunda ley: Vivamos en el presente ya que es lo único que en realidad tenemos y en esta
vida nada es eterno.
Nos cuesta asumir el orden
natural, sin esto no podremos seguir el camino.
Nos centramos en el
pasado, en aquello que ocurrió, y se convierte en una dura carga para el
presente. Es un apego poco sano que nos impide vivir en plenitud.
Tercera ley: Cuando nos hacemos responsables nos hacemos libre y permitiremos que los demás
sean libres y responsable. Aprendamos a amar y a recibir amor.
Tu no eres responsable de
la vida de los demás, del mismo modo que los demás tampoco pueden impedir, manipular,
ni imponer sus principios, normas, ideas, creencias, ni sus cadenas para que te
aferres a esas personas, es aquí donde empiezan todos los problemas y
sufrimientos.
Hay que aprender ha hacerse
amiga de la incertidumbre, ya que en esta vida no hay más seguridad que la de
que algún día todas y todos moriremos. Aprendamos de lo improvisto, de lo
desconocido, confiemos en el azar.
Cuarta ley: Asumir que las pérdidas forman parte de la vida nos ayudara a afrontarlas
con mayor integridad y fortaleza. Aprender a tener una buena autoestima
(nuestra capacidad para querernos). Aprender a ser autónomas y autónomos, a no
tener miedo al futuro, a la vejez, a la soledad, a la enfermedad, a la muerte, …
nos permite romper esas cadenas que quizás nos han impuesto otras personas.
Texto original de: Mª Asun Contreras